2 de noviembre de 2013

ZURBARÁN 2/3


Este mismo año de 1629 lleva a cabo esta otra pintura (((*))) La Exposición del cuerpo de San Buenaventura, la exposición del cuerpo es un rito conocido en nuestros funerales cómo el velatorio. Zurbarán había pintado una serie sobre el santo franciscano y en éste, aparece el cuerpo del monje vestido con las ropas talares propias para celebrar la liturgia, con la mitra de cardenal a sus pies. Está colocado en una atrevida diagonal, que no llega a convencer sin embargo en su disposición. Le rodean los diversos asistentes agrupados por parejas dando a entender los tristes comentarios que debía suscitar el velatorio. Como dato curioso destacamos la presencia junto al Papa del rey Jaime I de Aragón, quien en realidad no estuvo en el velatorio ya que se había ido siete días antes de la muerte del santo.
Este periodo es muy fecundo para nuestro artista y realiza otra de sus obras mas tempranas (((*))) La Inmaculada Concepción en la que nos muestra su característica  Virgen niña y estática. Aparece con las manos unidas en oración y rodeada por los símbolos de las letanías que recuerdan las virtudes que acompañan a la imagen de la Virgen. La abundancia de estos complejos signos de lectura teológica hace que la imagen tenga dos posibles visiones para el creyente, la del manifiesto doctrinal extremadamente complejo y sólo descifrable para unos pocos entendidos, y la de la imagen devocional, que muestra una Virgen María hermosa y juvenil, que incita el fervor de los más sencillos.
El culto a la Inmaculada es una de las señas de identidad de la sociedad española del siglo XVII, sobre todo a raíz de una gran polémica entre defensores y detractores que tiene lugar en Sevilla en 1616. A partir de ese momento la ciudad se convierte en uno de los grandes focos concepcionistas del país y sus pintores dedican gran parte de sus energías a promover la devoción. Zurbarán es uno de los más activos en este sentido y a él se deben varias obras sobre este tema, obras muy repartidas por los distintos museos y estancias a lo largo del mundo.
Atendiendo las múltiples peticiones que solicitaban los clientes particulares sobre la infancia de Cristo, realiza en 1630 el lienzo conocido cómo (((*))) El Hogar de Nazaret, y es que la devoción particular de intelectuales y místicos del siglo XVII contribuyó en gran medida a la creación artística del Barroco, al tiempo que la Iglesia católica fijaba estrictamente los límites de la representación sagrada. Jesús está en su casa, iluminado por la luz dorada que procede del cielo y observando con cierta tristeza la Virgen que ve perfectamente los sufrimientos futuros de su hilo. 
La escena está repleta de símbolos de significados trascendentales, como en todas las obras de esta época, la túnica malva de Jesús se identifica con la ropa del sacerdote en Adviento, es decir, con la penitencia. Los paños blancos diseminados por la estancia son símbolo de pureza, la labor textil de María y los libros significan el amor por el trabajo, las frutas de la mesa simbolizan la redención, las palomas representan el alma resucitada, el cacharro con agua a los pies de Jesús alude al bautismo... Es decir, sustituyendo cada elemento conseguimos una lectura mística que los fieles de la época experimentaban al contemplar el cuadro, para meditar y alimentar su oración. Las figuras carecen de aureolas y la única alusión clara a la santidad o divinidad de los personajes es un discreto rompimiento de gloria en el que aparecen difuminadas algunas cabezas de querubines.
En 1631 pintaría una de sus obras mas conocidas (((*))) la Apoteosis de Santo Tomás de Aquino. 
Como muchas de las grandes órdenes del siglo XVII, los dominicos fundaron en nuestra ciudad un colegio al lado del propio convento, el colegio de Santo Tomás. Zurbarán recibió el encargo de pintar esta Apoteosis, al tiempo que se le daban precisas instrucciones acerca de su ejecución, qué tamaño debía tener la obra, el lugar en el que tendría que colocarse, en este caso sería el Altar Mayor, el tema que representaría y los personajes que debían aparecer.
El tema es una exaltación de la propia labor del Colegio y de sus monjes. Santo Tomás de Aquino es una de las figuras más relevantes de la teología cristiana, se le nombró Doctor de la Iglesia en 1567, por su importancia aparece rodeado de los cuatro Padres de la Iglesia y otros tantos personajes fundamentales para la elaboración de la doctrina. A su derecha se encuentran conversando San Ambrosio y San Gregorio, a su izquierda San Jerónimo, de rojo cardenalicio, y San Agustín. Los cinco intelectuales se encuentran en el plano superior del cuadro simbolizando el mundo divino. Sobre sus cabezas, el cielo en pleno asiente a sus conclusiones, destacando Dios Padre y Dios Hijo portando la cruz. A estas dos figuras trinitarias se añade en el centro el Espíritu Santo, que ilumina con sus rayos a Santo Tomás.
En el plano inferior se encuentra representada la tierra, apareciendo los personajes principales de la Orden y el emperador Carlos V, su presencia se explica porque fue él quien facilitó los terrenos y la dote necesaria para la construcción y puesta en marcha del Colegio. A lo largo de su vida, el emperador ofreció su patronazgo continuo a los monjes y a los alumnos, el centro lo ocupa una mesa con los estatutos y la bula fundacional del Colegio, lugar en el que plasma su firma el autor, apareciendo además un birrete de doctor. A su izquierda aparece Fray Diego de Deza, como fundador del colegio siendo Arzobispo de Sevilla y otros tres dominicos. Tres rayos de luz iluminan oblicuamente el cuadro, la sien derecha del santo, la barba y el libro. Un gran manto ocre, de pliegues muy simples, cubre su cuerpo y consigue atemperar, con su suave tonalidad, los contrastes de la parte superior del cuadro.
Otro de los temas en los que nuestro pintor destacó es el de los retratos, siendo más frecuentes en sus últimos años, en los que vivió de encargos particulares más que de los grandes clientes eclesiásticos. Sin embargo, durante la época de mayor éxito, realizó con frecuencia retratos ideales de santos o grandes personajes de la Iglesia, por lo que tampoco debe extrañarnos que ese mismo año de 1631, pintara al Arzobispo de Sevilla (((*))) Fray Diego de Deza y Tavera, retrato destinado para presidir la biblioteca del colegio de Santo Tomás, fundado como dijimos antes, por el propio Deza en 1517. 
El artista consigue mediante la elección de su modelo, traducir el tenaz y vigoroso espíritu que poseyó el arzobispo. Sirvió como capellán de Fernando el Católico y obtuvo el cargo de Inquisidor General del Santo Oficio, cargo que desempeñó incluso siendo arzobispo de Sevilla. Hombre de espíritu recto y equilibrado, fue el más eficaz protector que tuvo en la corte Cristóbal Colón.
Zurbarán emplea para este trabajo los tipos establecidos desde antiguo para los retratos oficiales, fray Diego aparece sentado en un sillón, captado de cuerpo entero y con la mirada sesgada hacia el espectador, lo que presta a su expresión un matiz inquietante y distanciado, le vemos vestido con el hábito de fraile dominico cubierto con el roquete, símbolo de su jurisdicción y alusivo a su caridad, vemos que ese roquete está perfectamente plegado y lleno de encajes absolutamente prodigiosos, dejando ver la pedrería de la cruz que asoma. 
Su cabeza se toca con el bonete, aludiendo a su dignidad. En todo ello podemos apreciar el conocido color blanco de Zurbarán, de quien se decía que era capaz de pintar más de un centenar de tonos diferentes. El empleo de los colores que el artista aplica en este lienzo es extremadamente severo, pues se limita a tres solamente, blanco y negro para la figura, y el rojo, que presta relieve y contraste esparcido en la mesa y el sillón. Esta simpleza de colores está sabiamente utilizada por el autor, quien la pone al servicio del retratado para darle dignidad y relevancia, consiguiendo interpretar el tenaz y vigoroso espíritu que poseyó el Arzobispo.
Zurbarán no fue sólo pintor de la vida monástica, también relató episodios históricos, como este que vemos (((*))) La Rendición de Sevilla, encargado por los mercedarios del Convento de la Merced Calzada. 
La Orden estaba interesada en mostrar su relación con la conquista de Sevilla durante la ocupación musulmana, así como el servicio que prestó a la corona castellana, igual que hicieran los monjes jerónimos con la serie que encargaron a nuestro pintor para el Monasterio de Guadalupe.
El tema que narra es la entrega de las llaves de la ciudad por parte del gobernador Achacaf al rey Fernando III el Santo. Estos caballeros se distinguen por sus bruñidas armaduras sobre las que penden los escudos mercedarios, mitad religiosos, mitad guerreros, los mismos que adornan los hábitos blancos de los monjes. Entre éstos se encuentra nada menos que el fundador de la Orden, San Pedro Nolasco, caracterizado como un anciano ya que moriría al año siguiente de la conquista. La escena es rica en personajes, podemos contemplar la torpeza de Zurbarán a la hora de componer escenas complejas, el espacio resulta visiblemente dividido entre el primer plano, donde se apelotonan los personajes principales, y el fondo, con el campamento de los cristianos que han participado en el sitio de Sevilla. La escena es similar si miramos la pose de los protagonistas a un lienzo de igual título pintado por Francisco Pacheco.
Ese mismo año de 1634 realiza un viaje a Madrid por intercesión de Velázquez ante la Corte para que colaborara en la decoración del Palacio del Buen Retiro, para ello realiza un primer encargo cuyo tema sería (((*))) La Defensa de Cádiz contra los ingleses. 
Representa a don Fernando Girón, gobernador de Cádiz, dando instrucciones a sus subordinados para organizar la defensa de la ciudad amenazada por la escuadra inglesa que aparece al fondo. Ese suceso, que tuvo lugar en 1625, fue una de las acciones bélicas elegidas para decorar el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro en Madrid. Es una obra importante y singular dentro de la carrera de Zurbarán, no sólo porque fue un encargo de la corte, sino también porque se trata de una de las escasas ocasiones en las que se acercó a un tema de la historia civil. El artista muestra algunas de las virtudes que le convierten en un punto de referencia de la historia de la pintura española de su tiempo, como es su precisión a la hora de retratar o su capacidad para reproducir de manera exacta y detallada una gran variedad de texturas.
Su estancia en Madrid fue muy fructífera para su carrera, ya que para ese Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro pintaría en 1634 una serie de diez lienzos dedicada a los trabajos de Hércules, estos trabajos simbolizan tanto el valor del héroe cómo el del Rey y la monarquía, cómo el triunfo de la Virtud sobre el Mal y la Discordia. Entre ellos podemos destacar (((*))) la lucha de Hércules con el león de Nemea, narra uno de los primeros trabajos que el rey de Micenas solicitó a Hércules, exterminar al fiero león que asolaba la región de Nemea. Tras matarlo, abalanzándose sobre él y asfixiándolo con los brazos, Hércules lo despellejó y su piel la utilizó para vestirse, utilizándola como talismán protector.
(((*))) Hércules separa los montes de Calpe y Abyla, uno de los últimos trabajos encomendados a Hércules fue crear el estrecho de Gibraltar mediante la separación o acercamiento, según algunos autores, de los montes Calpe y Abyla. A través de este acontecimiento, que manifiesta la estrecha vinculación del semidiós con España, se recuerda la elevación de las dos célebres columnas hercúleas con el lema Non plus ultra, divisa que Carlos V convertiría en el emblema imperial de los Austrias. Los trabajos de Hércules simbolizan tanto el valor del héroe, y con él, el del Rey y la monarquía, como el triunfo de la Virtud sobre el Mal y la Discordia. Formó parte de la serie de lienzos sobre los trabajos de Hércules que realizó Zurbarán para la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro.
(((*))) Hércules vence al rey Gerión, Una vez establecidas las célebres columnas de Calpe y Abyla, Hércules mató a Gerión, soberano tiránico asentado en España. La fertilidad de las tierras ibéricas y su abundancia de ganado atrajeron a este territorio al héroe, que tuvo que acabar con la vida del soberano usurpador para apoderarse de tales riquezas. El lienzo se reviste de un significado dinástico, ya que corrobora la pretensión de la Monarquía hispánica de descender de un semidiós.Formó parte de la serie de lienzos sobre los trabajos de Hércules que realizó Zurbarán para la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro.
(((*))) La Lucha de Hércules con el jabalí de Erimanto, Hércules domina y aniquila a una bestia que personifica el Mal, sometiéndola mediante la fuerza. Se trata de un jabalí de tamaño colosal que asolaba las tierras del monte Erimanto, en la Arcadia, donde atacaba los rebaños y atemorizaba a los pastores. Una vez muerta la fiera mediante golpes de maza, Hércules la transportará sobre su espalda hasta Micenas para satisfacer la curiosidad del rey Euristeo, como se ilustra en el ángulo superior derecho del lienzo.Los trabajos de Hércules simbolizan tanto el valor del héroe, y con él, el del Rey y la monarquía, como el triunfo de la Virtud sobre el Mal y la Discordia.Formó parte de la serie de lienzos sobre los trabajos de Hércules que realizó Zurbarán para la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro.
(((*))) Hércules lucha contra el toro de Creta, Por indicación de Euristeo, Hércules acabó con el toro de Creta, un peligroso animal de gran ferocidad que producía la desolación y la muerte. Al igual que en el resto de episodios en los que el héroe se enfrenta a bestias, esta escena puede interpretarse como una referencia mitológica a las batallas que los ejércitos de la Corona española mantuvieron contra sus enemigos europeos a lo largo del reinado de Felipe IV  y cuya plasmación victoriosa se reflejaba en las paredes del Salón de Reinos.Formó parte de la serie de lienzos sobre los trabajos de Hércules que realizó Zurbarán para la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro.
(((*))) Hércules luchando con Anteo, En una nueva demostración de ingenio y fuerza, Hércules dio muerte al gigante norteafricano Anteo, el cual, en su condición de hijo de Gea, diosa de la Tierra, redoblaba sus energías cada vez que era derribado. Para contrarrestar este efecto, el héroe lo elevó del suelo, y luego lo asfixió entre sus brazos.Los trabajos de Hércules simbolizan tanto el valor del héroe, y con él, el del Rey y la monarquía, como el triunfo de la Virtud sobre el Mal y la Discordia.Formó parte de la serie de lienzos sobre los trabajos de Hércules que realizó Zurbarán para la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro.
(((*))) Hércules y el Cancerbero, El último de los doce trabajos de Hércules tuvo lugar en el infierno. El acceso al mismo estaba custodiado por el Cancerbero, un terrorífico perro provisto de tres cabezas que permitía la entrada, pero no la salida, de quienes osaban traspasar la puerta del reino de la oscuridad. Para doblegar al fiero guardián, Hércules le amenazó con la clava o garrote hasta encadenarlo. Se establece aquí de nuevo la relación entre la fuerza y astucia desplegada por el semidiós y la manifestada por su descendiente, el rey de España.Formó parte de la serie de lienzos sobre los trabajos de Hércules que realizó Zurbarán para la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro.
(((*))) Hércules desvía el curso del río Alfeo, Cumpliendo el desafío que le hiciera Augias, rey de la Élide, Hércules desvió el curso del río Alfeo con el objetivo de adecentar las caballerizas de su palacio, las cuales, como nunca se habían limpiado, contaminaban la región e impedían el desarrollo de la ganadería. Se ha querido ver en esta historia una imagen del gobernante poderoso y victorioso que libera el país de sus males, simbolizados por el estiércol de los establos del rey de la Élide.Formó parte de la serie de lienzos sobre los trabajos de Hércules que realizó Zurbarán para la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro.
(((*))) Lucha de Hércules con la Hidra de Lerna, En esta ocasión Hércules se enfrenta a la Hidra, monstruo fabuloso de múltiples cabezas que encarnaba los males y los vicios. Su extinción exasperaba a los habitantes de la región pantanosa de Lerna, pues al seccionar cualquiera de sus testas, en lugar de provocarle la muerte, el animal generaba una nueva. Con la ayuda de su astucia y de su sobrino Iolao, que aparece a la derecha de la escena portando una tea encendida, el héroe acorraló a la alimaña y la destruyó por medio del fuego, enterrando luego sus cenizas. Los trabajos de Hércules simbolizan tanto el valor del héroe, y con él, el del Rey y la monarquía, como el triunfo de la Virtud sobre el Mal y la Discordia.Formó parte de la serie de lienzos sobre los trabajos de Hércules que realizó Zurbarán para la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro.
Y por último nos encontramos con la (((*))) Muerte de Hércules, abrasado por la túnica del centauro. 
Sin duda es uno de los lienzos más interesantes de la serie dedicada a este personaje mitológico, en el que muere por mano de su propia esposa engañada. La composición sorprende por su audacia y dramatismo, frente a sus habituales representaciones estáticas, carentes de cualquier complejidad. Al fondo de la escena alude a la victoria póstuma del centauro sobre Hércules, representándolo en el paisaje del segundo plano, huyendo. Respecto a la posición de Hércules, parece ser que recurrió a antiguos grabados, como era habitual, considerándose como la fuente original un hermosísimo grabado de Leonardo da Vinci titulado San Jerónimo. Por lo demás, el colorido y la luz son los del maestro, empleando los violentos reflejos de las llamas para destacar el cuerpo del protagonista contra un fondo muy oscuro, en el mejor estilo tenebrista. Esta serie sobre los Trabajos de Hércules, estaba destinada para decorar las sobrepuertas de ese Salón de Reinos.
Su estancia en la capital resultó determinante para su evolución pictórica, con Velázquez analizó y meditó sobre sus obras, pudiendo contemplar los trabajos de los pintores italianos que trabajaban en la Corte, provocando que desde ese momento renunciara al tenebrismo de sus inicios.
Terminado este trabajo y con el título de "Pintor del Rey", volvió a Sevilla, donde los encargos se le acumulaban, teniendo peticiones para Nuestra Señora de la Defensión, la Cartuja de Jerez, la iglesia de San Román de nuestra ciudad, etc. Sevilla en esos momentos era uno de los grandes puertos europeos que vivía del comercio con las Indias, los galeones llegaban cargados de oro y zarpaban con las bodegas llenas de productos españoles, entre otras cosas de obras de arte.
En 1637 pintaría a (((*))) Santa Eufemia, martirizada en el año 310 por negarse a rendir culto al dios Ares y participar en ceremonias paganas. Como castigo fue sometida a numerosos tormentos. Zurbarán la representa con el gesto recogido, carente de cualquier otro atributo que no fuera la sierra con la que fue martirizada.
Probablemente destinada a la devoción doméstica, corresponde a un tipo de obra muy característico de Zurbarán, jóvenes y delicadas santas, representadas con sus atributos tradicionales, que se recortan elegantes sobre un fondo oscuro para subrayar la delicadeza de sus rasgos y sus gestos. En muchos casos se trata de retratos a lo divino, en los que representaban las facciones de quien encargó la obra.
En 1638 se proyecta la sacristía del monasterio de Guadalupe, cuyas obras no concluirán hasta 1647. El Monasterio ha sido y es un monumento de notable importancia, fue el principal Monasterio de la Orden Jerónima y es un exponente excepcional de la arquitectura por su diversidad y variedad de estilos, destacando el Templo, el Claustro Mudéjar y el templete, este último único en el mundo, está muy vinculado a la historia media y moderna de España por su relación con los reyes Católicos, siendo protagonista de excepción en la evangelización y conquista de América. La  arquitectura de la sacristía habilita una serie de espacios para disponer en ellos lienzos sobre la orden Jerónima que el prior Diego de Montalvo encarga a Zurbarán. La idea era la de convertir aquella sacristía en una edificación que llamara la atención real sobre las bondades divinas y humanas del monasterio y su historia para que sirviera como acción propagandista. Los lienzos se alternarían con la rica decoración de la sacristía, existiendo un cierto paralelismo con el Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro. Era necesario, pues, seleccionar los temas, que lógicamente habrían de ser referencia de la Orden jerónima.
Para ello pintó a (((*))) Fray Gonzalo de Illescas, uno de los grandes patriarcas de la orden, sentado en su despacho en actitud de escribir. 
Tras él, una ventana abierta nos muestra una escena secundaria, aludiendo a las virtudes de su Orden y a las del propio fraile, se trata de unos pobres recibiendo limosna de un monje jerónimo, lo que nos indica que la escena es una alegoría de la caridad. Fray Gonzalo se encuentra en un interior prodigiosamente reflejado. El cortinaje rojo de abundantes y gruesos plegados, la mesa sobre la que el padre escribe muestra una naturaleza muerta, la calavera, que recuerda la mortalidad del ser humano, el reloj de arena aludiendo al paso del tiempo y los libros que nos hablan de lo efímero del conocimiento. El fraile mira de frente al espectador con un gesto severo e inquisitivo. Su rostro es tan veraz como el retrato más fiel, aunque Zurbarán no solía retratar a los monjes objetos de la serie. Su gesto solemne y autoritario se explica por una vida llena de honores, Gonzalo de Illescas llegó a obispo de Córdoba y Consejero del rey Juan II. En esta obra se aprecia una cierta evolución en su estilo y cómo va abandonando poco a poco el tenebrismo.
También podemos destacar (((*))) la misa del Padre Cabañuelas, pintado como el anterior en 1638, posiblemente como primera obra que sirviera de presentación de todo el proyecto y en la que Zurbarán se esforzó especialmente antes de recibir el encargo definitivo. 
Narra el milagro sucedido al padre Cabañuelas mientras celebraba la eucaristía, en un instante concreto dudó sobre la presencia real de Cristo en el pan y en el vino, cuando todo se oscureció y entre las nubes que se formaron apareció la sagrada forma entre luces doradas, al tiempo que una voz le decía al fraile que creyera y callara lo que había visto.
Sin embargo el hecho fue pronto conocido y divulgado a lo largo y ancho del Reino, llegando a oídos de los reyes de Castilla, don Juan II y su esposa doña María de Aragón, que acudieron a Guadalupe para conocer al protagonista del milagro, siendo ya prior del monasterio, quedando tan prendados de su virtud y santidad, que la reina le eligió cómo su consejero espiritual y mandó en su testamento que cuando trajeran sus restos al Santuario, colocaran a su lado los del padre Cabañuelas.
 En 1639 muere Beatriz, su segunda esposa y ese mismo año en pleno abatimiento pintaría distintas obras entre las que se encuentra éste (((*))) San Francisco en meditación, en la que vemos cómo el tenebrismo de Caravaggio aún persiste, esta influencia fue crucial en la primera etapa de Velázquez y a lo largo de toda la carrera de nuestro artista. 
Este cuadro que contemplamos ahora es una excelente muestra de lo que hemos comentado. La composición es muy forzada, con una tremenda diagonal dividiendo la superficie en dos partes iguales, la línea está formada por el cuerpo del santo, muy acentuada gracias a (((*))) los remiendos de su hábito franciscano. 
Sobre ellos se refleja con violencia un foco de luz amarillenta, obviamente de origen artificial, que crea profundos contrastes de luz y sombra entre la parte iluminada y el resto de la composición. Al fondo, una claridad crepuscular recorta la silueta de un paisaje boscoso. Esta técnica era muy propia de Zurbarán, usaba dos fuentes de luz, una fuerte para destacar el primer plano y otra más débil para insinuar el fondo. El Santo más humilde de la Iglesia aparece de este modo en oración, en actitud de estar dialogando con lo sublime, vemos que hacia allí se dirige su mirada al tiempo que gesticula como queriendo explicar algo. En una mano sujeta una calavera, mientras el otro brazo se apoya en un libro. Son los objetos de su meditación que le llevan a ese diálogo divino. En este otro pintado el mismo año (((*))) San Francisco en éxtasis. 
El esmero que pone Zurbarán a la hora de representar al santo es primoroso, son muchos los cuadros que realizó sobre este personaje a lo largo de su vida. San Francisco fundador de la Orden de los "hermanos menores", llamados así por la pobreza y sencillez con que pretendían reformar el mundo, esta pobreza y el acentuado misticismo del Santo, entregado con frecuencia a la meditación, trataban de ser puestos de relieve por los pintores que se acercaban a su figura. Zurbarán hace hincapié en estos dos rasgos, aprovechándose de sus extraordinarias dotes para representar con fidelidad los materiales y las expresiones del rostro. 
Reproduce el hábito de tela muy basta, pardusca, lleno de remiendos en los cuales pueden apreciarse perfectamente los rotos y descosidos del codo. Este prolongado estado de concentración le ha llevado al éxtasis místico y por su expresión podemos imaginar que se halla ante la presencia de Dios.
Estas obras dedicadas a San Francisco fueron realizadas tanto para comunidades franciscanas como para clientes particulares devotos del santo seráfico. La estigmatización, la meditación y las visiones divinas de San Francisco son los temas repetidos por Zurbarán. 
Pero a esta tipología iconográfica convencional nuestro artista añadirá la del (((*))) San Francisco muerto, de pie, con los ojos mirando al cielo y las manos metidas en las mangas del hábito, imitando la forma en la que el papa Nicolás V encontró la momia del santo en 1449. Sin embargo, consigue que la muerte esté patente en el lienzo, para que se sepa que se refiere a este milagro. Por ello, el cadáver ofrece una evidente rigidez, acompañada de un rostro amarillento y con la piel tirante, lo cual contrasta con la postura erguida, como si estuviera vivo. Hubo muchas representaciones de este tema, sobre todo en la escultura, esta imagen recuerda a alguna de esas esculturas por el volumen de la figura conseguido por el característico empleo de la luz siguiendo los postulados del Tenebrismo.

Continuará...

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