7 de mayo de 2013

ARCHIVO DE INDIAS

Sevilla, tras la llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, es designada como puerta de América, este hecho le supuso todo un hito en lo económico y en lo político, consiguiendo el reconocimiento y el prestigio de la Corona que previendo la riqueza y el poder que ésta le podría reportar acuerda instaurar los organismos necesarios para controlar el tráfico marítimo con las Indias. La ciudad en aquel tiempo disfrutó de un status especial como consecuencia de la nueva situación, viendo cómo continuamente arribaban profesionales y artistas de todos los rincones del Imperio para aprovecharse de la riqueza que emanaba de su puerto, convirtiéndose en la ciudad más cosmopolita del reino.
El primer organismo creado para fomentar y administrar el comercio con las posesiones de ultramar fue la Casa de Contratación en 1.503, en principio se instaló en el Cuarto del Almirante de los Reales Alcázares, en donde permanece hasta 1717 año en que se traslada a Cádiz y en dónde permanecerá hasta su extinción en 1.790. La labor que tenía encomendada era regular y administrar el comercio con el Nuevo Mundo, proporcionar apoyo a la flota, preparar las expediciones y recepcionarla una vez que vuelven. En un principio su misión era la de servir como depósito de las mercancías que proporcionaba el puerto y recaudar la parte que a manera de impuestos ingresaba el Rey en todas las transacciones. Para evitar posibles desacuerdos con las autoridades de la ciudad, el personal dependiente del Archivo de Indias disfrutaba de una autonomía especial, convirtiéndose en jueces-oficiales y la propia Institución en Real Audiencia de Contratación, teniendo jurisdicción en todo aquello que tuviera que ver con las posesiones de ultramar. Posteriormente se creó el Consejo de Indias que asumió esta responsabilidad.
El personal que dependía de la Casa de Contratación era un Presidente, tres jueces-oficiales, que pertenecían la Sala de Gobierno que trataba todo lo que se derivaba del trato y la negociación, así cómo la recaudación de los impuestos derivados del comercio, además contaba con tres oidores, un fiscal, un alcaide y un alguacil mayor,  que se dedicaban a administrar Justicia en aquellos pleitos que surgían en la navegación y en las transacciones comerciales, además contaban con personal administrativo.
El edificio que hoy alberga el Archivo de Indias era la antigua Lonja de mercaderes, comienza a ser construido por orden de Felipe II en 1.584 y se termina en 1.598, año en el que ya comienza a prestar su función, como se indica en la inscripción de la fachada norte, 14 de Agosto de 1.598, la de regular los abusos de los comerciantes, que hasta entonces realizaban sus transacciones en las gradas de la Catedral de Sevilla y hasta incluso dentro del Templo, lo que llevó al Cabildo Catedral  a través del Arzobispo Cristóbal de Rojas a elevar las quejas al propio Rey, la medida inmediata para evitar estos abusos fue cercar con cadenas todo el recinto catedralicio y poner la vigilancia de alguaciles para evitar el paso de carros y animales de carga y al mismo tiempo encargar primero la adquisición de un solar para la construcción de un edificio que alojara a los mercaderes siguiendo el diseño de Juan de Herrera, en el que la planta baja fuera totalmente abierta al exterior y diáfana para el comercio y la planta primera sirviera de viviendas para sufragar los gastos. En este nuevo edificio Bartolomé Esteban Murillo funda su Academia de Pintura y el Cabildo Catedralicio utiliza una parte como almacén quedando el resto como casa de vecinos.
Posteriormente sería Carlos III el que en 1.785 lo destinará a Archivo General de Indias, para albergar y centralizar toda la documentación relativa a las posesiones del Imperio que fue y que se encontraba dispersa, en Simancas, Cádiz y la propia Sevilla. Para ello encargó al historiador y filósofo Juan Bautista Muñoz, autor del primer libro que se guardó en ese Archivo, la búsqueda de un edificio que cumpliera una serie de condiciones, cómo la cercanía al río, que fuera sólido y no contuviera maderas en su construcción para que los insectos no afectaran a la documentación que iba a albergar, que fuera un edificio aislado sin edificaciones adosadas y que no se inundara, para esto último se informaron de que la Catedral jamás se ha inundado, por lo cual este edificio estaba a salvo ya que además está más alto.
Es un edificio que forma parte de la monumentalidad del entorno en el que se ubica, es de planta cuadrada  de 56 metros de lado y tiene dos alturas que dan a un amplio patio central y un sótano visitable y con acceso subterráneo bajo la calle Santo Tomás a otras edificaciones adyacentes. 
En el patio se observan arcos apoyados en pilares con medias columnas. El material empleado es la piedra. El arquitecto al que se le encarga la obra es Juan de Herrera, a la sazón arquitecto real, de él es el diseño del Monasterio del El Escorial, sin embargo en la dirección de obra estuvieron primero Juan de Minjares y posteriormente le sucede Alonso de Vandelvira, siguiendo. el diseño de Juan de Herrera, pero hasta su finalización a mediados del siglo XVII, en 1646, actuaron otros constructores como Miguel de Zumárraga o Pedro Sánchez Falconete. Las bóvedas de la planta superior no se contemplaban en el diseño primitivo, siendo Miguel de Zumárraga el autor de las mismas.
Con el traslado de la Casa de Contratación a Cádiz, Sevilla se queda con la Diputación de Comercio en este edificio, con lo cual la baja ocupación le permite habilitar una parte de su espacio para viviendas particulares.  Manteniéndose como tal hasta 1781, en el que se comienza a darle el contenido específico como Archivo General de Indias. Por tanto una vez desalojados los inquilinos, se le encarga al arquitecto de los Reales Alcázares, Luca Cintora, la adaptación de todo el recinto disponible, y pasar de Casa de Lonja a Archivo, para albergar la amplia documentación que existía sobre el Nuevo Mundo.
La planta baja siguió manteniendo su función como Consulado Marítimo, albergando además otras dependencias hasta que en 1.974 sale por último la Cámara de Comercio, quedándose en exclusiva el Archivo con todo el edificio. En esta planta podemos ver el cañón procedente del pecio del galeón “Nuestra Señora de Atocha” que está expuesto desde el año 1976 fecha en que fue regalado a sus majestades los reyes, tras su primer viaje oficial a Washington.
A través de una pequeña escalera, nos adentramos en las entrañas del propio edificio, en el que se ha excavado una galería que lo rodea, con todos los elementos necesarios que garanticen la seguridad y conservación de tan valioso fondo documental. En la galería se pueden ver restos de nuestro pasado romano y árabe. En la primera planta, a la que accedemos por la majestuosa escalera principal del siglo XVIII de Luca Cintora, que fue el encargado de revestirla de mármol.
 
Nos encontramos con un amplio vestíbulo, que conduce a una galería interior cuyos muros están decorados con retratos al óleo de personajes importantes de la historia de América, cómo son Cristóbal Colón, Antonio de Ulloa, Bartolomé de las Casas, etc. Cuenta con una sala de exposiciones cubierta con las extraordinarias estanterías de cedro  y caoba elaboradas por Blas Molner entre 1786 y 1788, separadas por amplias pilastras acanaladas y que están rematadas en la parte superior por un friso en el que se reproducen distintos motivos propios de aquellas tierras, penachos de plumas, arcos y flechas. Las bóvedas que cubren el edificio además de su belleza destaca su singularidad, no hay dos iguales.
En esta planta nos encontramos con una antigua caja de caudales de hierro de 1.537, que presenta un sofisticado e innovador sistema de cierre por debajo de la tapa superior. El cierre es un complicado mecanismo que mueven una serie de resortes que accionan dieciséis pestillos al girar la llave de la cerradura situada en centro de la tapa superior camuflada bajo un escudo y otra cerradura frontal falsa. Como medida auxiliar de seguridad cuenta con dos candados, cuyas llaves serían depositadas en dos personas distintas.
Es digna de mención la azotea del edificio, cuyo acceso está restringido, a través de una escalera con un solo punto de apoyo sobre los muros y desde la que se tiene una vista impresionante del entorno monumental, las bóvedas de las galerías le confieren a este espacio una especial belleza al sobresalir las medias naranjas a lo largo de todo el perímetro.
El archivo cuenta con un importante fondo pictórico, entre los que destacan los óleos de los distintos Capitanes Generales de Cuba.
La importancia, tanto de su edificio como del archivo, ha sido reconocida internacionalmente en 1987, cuando la UNESCO incluyó, tanto el edificio como todos los documentos que conserva, en la lista de Patrimonio Mundial, en virtud de la Convención para la protección del patrimonio mundial natural y cultural.
El Patrimonio documental que custodia es de gran importancia, los primeros documentos que le llegan sería en el año 1.785 procedentes del Archivo de Simancas, pero serían aquellos fechados con anterioridad a 1.760. Cómo su finalidad era la de concentrar todos aquellos que hicieran referencia a las posesiones ultramarinas, se fueron agregando aquellos que mantenían custodiados los distintos organismos con alguna responsabilidad en la administración de las colonias.
En total se conservan unos 43.000 legajos, como mero dato anecdótico, son 8 kilómetros de estanterías y unos 86 millones de páginas originales, sobre historia, arte, religión, etc., 8.000 mapas y dibujos, como por ejemplo, el de una máquina para la manufactura del tabaco o un plano de una explotación minera o el proyecto de un traje de buzo, todo lo anterior se traduce en el mayor y más importante tesoro documental de la historia americanista, además de muchos otros que aluden al resto de posesiones como las Islas Filipinas. Para organizar toda esta cantidad de documentación se lleva a cabo por el principio de procedencia.
Sin lugar a dudas los fondos mas importantes son aquellos que se refieren al Nuevo Mundo y proporcionados por el Consejo de Indias, recordemos que eran los encargados de preparar las expediciones y recibirlas, administrar Justicia y todo aquello que tuviera que ver con el Comercio con ultramar, además de actuar cómo Tribunal Superior de Cuentas.
Todos estos cometidos se organizan en torno a las distintas secciones, en las que nos podemos encontrar con documentos de la Casa de Contratación de los siglos XVI al XVII, del Consejo de Indias del XVI al XIX, de los Consulados de Sevilla y Cádiz de los siglos XVI al XIX, de las Secretarías de Estado y del Despacho Universal de Indias, de Gracia y Justicia, de Hacienda y de Guerra de los siglos XVIII y XIX, de la Secretaría del Juzgado de Arribadas del XVIII y XIX, de la Comisaría Interventora de la Hacienda Pública de Cádiz, de la Dirección General de Correos del XVIII y XIX, de la Sala de Ultramar del Tribuna de Cuentas del siglo XIX y la Real Compañia del a Habana del XVIII y XIX, así cómo de la Capitanía General de Cuba del XVIII y XIX y de aquellas personas que tuvieran alguna responsabilidad en las colonias.
Como se puede observar la documentación tiene una gran importancia histórica, muy variada y amplia, con lo cual el acceso a toda ella ha de ser fácil y rápida, siendo muy importante este hecho para su estudio e investigación, para ello las dieciséis secciones se agrupan en la Sección de Patronato, Contaduría, Contratación, Justicia, Gobierno, Escribanía de Cámara, Arribadas, Correos, Estado, Ultramar, Cuba, Consulados, Títulos de Castilla, Tribunal de Cuentas, Diversos y Mapas y Planos.
Podemos encontrarnos con cartas de los descubridores y conquistadores, cómo Cristóbal Colón, Magallanes, Sebastián Elcano, Núñez de Balboa, Hernán Cortés, Francisco Pizarro, etc., o la concesión de escudos de armas a los distintos conquistadores, planos de las ciudades de ultramar, los acontecimientos, documentos administrativos de gobierno, justicia y economía en las nuevas colonias, el registro de las naves, movimiento de personas en las distintas expediciones, control de los pasajeros para pasar a Indias, los expedientes de bienes de difuntos, los registros de navíos, documentación de las flotas, las actividades de los mercaderes de Sevilla y Cádiz, bulas de concesión de patronatos a la Corona, el Tratado de Tordesillas, Evangelización religiosa, dibujos de los distintos ingenios utilizados por los indígenas, como hemos visto anteriormente, y muchas muestras botánicas.
Esta biblioteca cuenta con un moderno “Sistema Integrado de Gestión Bibliotecaria para la Automatización y Creación del Catálogo Colectivo de las Bibliotecas Especializadas del CIDA y de los archivos dependientes de la Subdirección General de los Archivos Estatales, a la que se puede acceder on-line, convirtiéndose en un punto de referencia obligada para todos aquellos historiadores e investigadores.
En definitiva, nos encontramos con un espectacular edificio que alberga un tesoro documental y bibliográfico que le convierte por méritos propios en la institución más importante del mundo en Historia Americana, reconocida por la UNESCO en 1.987 como Patrimonio de la Humanidad, junto con la Catedral y los Reales Alcázares




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